Galicia: Biología estuvo allí...


    Del 26 de Diciembre al 3 de Enero, un grupo de voluntarios, compuesto principalmente por universitarios del Campus de Reina Mercedes de la Universidad de Sevilla, estuvo en Galicia limpiando playas. Biología estuvo allí... Y yo con ellos. Este es el testimonio que, en forma de diario, dejo escrito para quien pueda interesarle. Debo advertir que mi relato es poco técnico y mi prosa desentrenada y aburridilla. Pido perdón públicamente a mi profesora de Literatura, la inolvidable Carmen Báncora, y debo decir en mi descargo que escribí con pluma pesada, más cargada de ribeiro que de tinta.
 

Voluntarios en la Playa de las Furnas

Limpieza en la Playa de Basoñas

Una de las aves muertas que recogimos en la Playa de Basoñas
Sevilla, miércoles 25 de Diciembre de 2002, Navidad, 11:30 horas.
    Unos 210 voluntarios de la Universidad de Sevilla suben alegres y nerviosos a los cuatro autocares que los llevarán hasta Galicia. Algunos son o han sido alumnos míos en la Facultad de Biología. Yo voy con ellos porque creo que el amor por la vida (y especialmente por las algas) sólo se puede enseñar bien con el ejemplo, y porque la Sociedad Civil no puede esperar a que el Estado solucione los problemas. Me importa saber por qué ha pasado esto y cómo vamos a evitar que vuelva a suceder, pero me importa mucho más que se solucione lo antes posible.

    Salimos a las 12:30 entre aplausos de familiares y amigos. El viaje es largo pero animado. El conductor más veterano de los dos, un tal Jaseíto, de Lucena, bromea y charla sin parar para no dormirse por las autopistas de Portugal, manteniendo también despierto a los pasajeros. Galicia nos recibe a la mañana siguiente con lluvia.

Consejo de Porto do Son, Camping de Punta Batuda, a 2 Km al NE de Portosín, en la Ría de Muros y Noia, jueves 26 de Diciembre, 16:30.
    Tras 16 horas de viaje llegamos entumecidos y hambrientos a nuestro destino. Los otros tres autocares se separaron hacia sus respectivos destinos: Camariñas, Moaña y Carnota. Un coche de Protección Civil nos escolta hasta nuestro lugar de alojamiento, un camping con bungalows junto al mar. Nos distribuimos en grupos de 5 ó 6 y comemos una improvisada merienda compartiendo las provisiones que han llegado hasta aquí. Un original menú de almendras, huevos duros, picos y ron nos devuelve el ánimo. El resto del día descansamos hasta la cena, que es amablemente servida en el bar del camping.

    El vino de la tierra, un tinto de paladar espeso como el Ribeiro que produce manchas indelebles, nos promete reconciliarnos con la buena vida cada vez que lleguemos de trabajar. El cansancio y la buena cena nos deparan una noche tranquila a pesar de la humedad y de mis ronquidos.

Playa de las Furnas, viernes 27 de Diciembre, 10:30 horas.
    Los 53 voluntarios de Sevilla nos equipamos con material almacenado en un local de los sótanos del bar de esta playa, hasta donde nos ha trasladado un autocar cedido por el Ayuntamiento de Porto do Son. Nuestro equipo no ha llegado aún por problemas de la empresa de transporte.

    Con traje de agua, botas, guantes, gafas protectoras, máscaras y mono blanco nos sentimos como extraños astronautas en un paisaje turístico. Todos tenemos ganas de entrar en faena, pero en esta playa no hay grandes cantidades de fuel, sino miriadas de pegotes, perlitas negras y restos contaminados que arroja el mar cada día.

    La playa tiene una parte rocosa en la que la erosión del mar ha formado pequeñas calitas a modo de  urnas (furnas en gallego) que se llenan en marea alta. Hacia el Oeste se extiende una playa arenosa de unos 400 metros donde será nuestro bautizo de chapapote.

    El primer día de trabajo es algo caótico por la falta de experiencia. En grupos de tres recorremos la playa recogiendo lo que vemos y enterrando con nuestras pisadas las partículas menores. Tras una pausa para el bocata (en la prensa dicen que es un catering contratado por Tragsa) seguimos trabajando hasta las 5 de la tarde, retirando un par de toneladas de chapapote y arena contaminada.

    Regresamos al camping molidos y algo decepcionados. Todos esperábamos recoger fuel a paletadas, pero estamos dispuestos a trabajar donde nos manden. La cena reparadora y el buen vino nos esperan en el Camping. Esa noche hay pocas ganas de juerga. Algunos vamos de visita a los bunlagows más animados para intercambiar opiniones y jugar un rato a las cartas. Mis compañeros de bunga se acuestan pronto. Son: Conchi, limpiadora en la Facultad de Física y alumna mía de 1º de Biología, Alberto (4º de Física), los hermanos José Luis y Manuel (Informática) y Olivia (4º de Biología).

Playa de las Furnas, sábado 28 de Diciembre, 11 horas.
    Hoy estrenamos material. Después del desayuno hubo reparto de botas, mascarillas, etc. Me acordé de mi primer día de mili en Cerro Muriano. Comenzamos la recogida con más orden que ayer, agachados a cuatro patas formando filas cerradas. Desde la parte alta de la playa vamos peinando la superficie lisa y sucia que ha dejado la marea. El mal tiempo nos dificulta la tarea, pero nuestro entusiasmo es más fuerte y el trabajo en equipo funciona muy bien.

    A la hora del bocadillo un barullo de monos sucios arremangados comparten comida y descanso en el local oscuro que nos sirve de almacén y vestuario. Allí se acumulan materiales nuevos y usados y voluntarios de diversas procedencias.

    Por la tarde completamos el trabajo con dos horas más de gatear limpiando la playa. El trabajo más duro es el transporte de los capachos llenos hasta el remolque o la pala excavadora. Un grupo de “manos limpias”, designados al comenzar la jornada, se afanan en mantener atendidos a los que luchamos en el “frente” de chapapote. Limpian mocos, dan de beber y ajustan mascarillas y gafas. 

    Al llegar al Camping nos espera una cena abundante y nutritiva, servida con cariño por el personal del bar.  A pesar del cansancio aún quedan ganas de hacer alguna visita a los compañeros del “barrio bajo” (la 2ª fila de bungalows). Al pasar me llaman desde el bunga de Carmen (alias Güendo), alumna de 5º de Biología, donde comparto algo de ron con ella y sus compañeros: Adrian, jerezano de 2º de Física, su novia Patricia (Arquitectura), Esther y Marta (biólogas). Mis compañeros del barrio alto duermen plácidamente sin mis ronquidos. Al entrar en la litera mi espalda se niega a doblarse... Pero compartir el trabajo con estos jóvenes me da ánimos y cierro los ojos reconfortado por el buen ambiente que hay en el grupo.

Playa de las Furnas, domingo 29 de Diciembre, 10:30 horas.
    El local está hoy bien ordenado. Un grupo de gallegos se afana por atendernos con el equipo. Tras precintarnos guantes y botas con el mono blanco, marchamos contra el fuerte viento de poniente hacia los cercos oscuros que la marea ha dejado nuevamente en la arena. Olas de 3 metros se estrellan contra la parte rocosa de las Furnas. Allí no nos dejan trabajar porque es peligroso. Miembros de una cofradía de pescadores y percebeiros limpian las rocas con cuchara los fines de semana. Nuestro avance es rápido, pues hemos adquirido ya buena práctica y organización, pero en tres ocasiones nos alcanzan las olas y tenemos que sujetarnos unos a otros. A pesar de ir tan empaquetados hay dos mojados que tienen que volver al “centro de operaciones”, donde no hay ni una miserable manta ni un calentador. 

    Yo hoy trabajo sin gafas (ni las protectoras ni las mías) porque la lluvia y el sudor me las empañan, pero mi corta vista me alcanza para ver desplomarse a Aurora, una de las chicas que transportaban los capachos llenos, que sufre un desmayo al subir el terraplén. Es atendida allí mismo por los ATS de otro grupo de voluntarios de Sevilla y Estepa que comparten playa con nosotros. Afortunadamente no es nada grave.

    El bocadillo lo compartimos hoy con los “moteros” de Estepa y sus amigos sevillanos. Nos han regalado varias cajas de mantecados y bombones de Estepa.

    Por la tarde la playa y el bar están muy animados. Terminamos el trabajo entre chaparrones y nos dirigimos al Camping a disfrutar de una ducha caliente y de la hospìtalidad y buena cocina habituales. Un suculento cocido de garbanzos con callos nos hacen agotar el pan y el vino, que son rápidamente repuestos. Hoy estamos todos muy cansados y no hay ganas de alterne.

    Uno de los socios  del bar, el Sr. Insua, nos atiende personalmente en la mesa. Es un hombretón rubicundo, capitán de la marina mercante, que nos trata con mimo y gratitud. Nos comenta indignado que los políticos tienen la culpa de lo que ha pasado y que los gallego no se ponen de acuerdo para afrontar esta tragedia. Dice que toda la gente de mar sabe bien que en esta costa el mar todo lo devuelve, y que el Prestige debió ser llevado a aguas tranquilas... Cualquier viejo marinero hubiera sabido qué  hacer. Pero faltó decisión.

Santiago de Compostela, lunes 30 de Diciembre, 15:00 horas.
    Hoy no se trabaja. Todo ha sido orden y disciplina en el local que nos sirve de base, pero todo ha sido caos en el aire, en el mar y en la organización administrativa. El responsable de Tragsa, la empresa que nos proporciona el material y la maquinaria, no pudo contactar con el de Protección Civil y estuvo más de una hora buscándonos por las playas de “El Son” (como le llaman a esto aquí). Había temporal con vientos fuertes de Poniente y marea alta. “Hemos venido aquí para luchar contra el chapapote, no contra los elementos” parafrasea Alejandro, nuestro lider y coordinador. Es un antiguo alumno mío que se apellida Berraquero y al que los amigos llaman “El Berraco”, que reúne varios méritos difíciles de encontrar en una misma persona: inteligencia, amabilidad, buen humor, sentido del deber, y una guasa pajolera que contrasta muy bien con su estética “Che”. Comparte las tareas de coordinación con Azahara, una de las alumna más inquietas y alborotadoras que he tenido en el laboratorio de prácticas. Hoy me siento orgulloso de trabajar a sus órdenes...  Y le dedico con cariño esta coplilla:

Tus ojitos azules van reflejando
las olitas del mar que estamos limpiando.
Y no habrá ola
que deshaga tus rizos de caracola.

    Bueno, volviendo al relato del día, resulta que, tras varias idas y venidas del Patrol de Tragsa para traer material, se decide dejarlo para mañana, pues la marea sigue subiendo hasta bien entrada la tarde.

    La buena noticia es que los de Protección Civil nos ofrecen la posibilidad de visitar Santiago de Compostela por la tarde... Y aquí estamos. Un par de bocatas repartidos en el autobús son el preludio de una tapas típicas de Galicia: vieira, pulpo, etc. La tarde se abre para ofrecernos el expectáculo sorprendente de la Plaza del Obradoiro con sol en pleno invierno. Nos pasamos del sector turístico de la ciudad al más popular y seguimos gastando varias botellas de Ribeiro blanco y “negro” como dijo Marta (un lapsus comprensible si comparamos el tinto de aquí con el de Valdepeñas).

    Volvemos al Camping a las 19:45 con recuerdos de Santiago (casi todos comestibles o bebibles) que serán generosamente compartidos después de la cena.

Playa de Basoñas, martes 31 de Diciembre, 11:15 horas.
    Por fin cambiamos de playa. Tras prepararnos en Las Furnas montamos en el autobús y nos dirigimos a esta playa de Basoñas, situada más hacia el Oeste y que está más sucia que Las Furnas. Dentro del autobús parecemos los obreros de una Central Nuclear y el aire frío de la mañana se calienta con el entusiasmo de acabar el año recogiendo pegotes de fuel.

    Una larga caminata por un paisaje litoral devastado por el paso de las máquinas, nos conduce a nuestro objetivo. Compartimos frente de batalla con estepeños e italianos, que se integran en nuestra ya depurada organización de filas apretadas, porteadores de capachos y amables “manos liampias”. La playa está muy sucia, pero tras dos horas y media de trabajo duro empieza a tener otro aspecto. En la zona donde baten las olas en marea alta la primera banda de vegetación litoral, con tenaces gramíneas (Elymus farctus y Ammophila arenaria), hace de filtro y retiene gruesos pegotes semienterrados o en superficie.

    Tras el bocadillo, la lluvia arrecia y los más cansados o castigados por los catarros se retiran a un bar cercano. Otros volvemos a la playa a rematar la faena.

    La cena de fin de año es espléndida: langostinos, mejillones en salsa y solomillo de cerdo con patatas.
 Porto do Son, 11:30 horas. El autobús del grupo de Estepona nos ha transportado hasta el Polideportivo municipal, donde Protección Civil y algunos voluntarios han organizado la fiesta de fin de año.

    Suenan campanadas inaudibles en un pequeño televisor y nos comemos las uvas sin prisa, a un ritmo íntimo y personal, como si estuviéramos pensando en la gente que dejamos atrás en nuestra tierra... Un fin de año distinto... Del resto mejor no hablar. Hay por ahí algunas fotos comprometedoras a cuyos dueños habrá que sobornar...

    Esa noche algunos dormimos en colchonetas dentro del Pabellón y otros en la casa del pueblo donde se alojan los estepeños. La lluvia, el viento y la resaca del mar son atronadores, pero nuestra propia resaca es más fuerte y dormimos como niños.

Camping de Punta Batuda, miércoles 1 de Enero de 2003, 15:00 horas.
    Hoy no trabajamos porque no hay personal que atienda a las máquinas, la mañana ha sido tranquila y la tarde la pasamos en el bunga nº 9 (“La familia Corleone”) donde Patricia y Conchi han preparado unos espaguetis con sofrito de chorizo gallego. La sobremesa es animada y prolongada. Tras la cena, compartimos una queimada oficiada por nuestro “comandante” Alejandro. Se decide el regreso para el día 3 por la mañana.
Camping de Punta Batuda, jueves 2 de Enero, 18:30 horas.
    Hoy hemos hecho jornada contínua en la Playa de Basoñas. Llegamos allí preparados alrededor de las 11 y nos esperaba una buena “cosecha” de fuel formando espesas hileras. Aprovechando la marea baja recogimos gran cantidad de fuel viscoso y de fuerte olor. Hoy casi nadie ha prescindido de la mascarilla. Las cinco horas seguidas de trabajo nos dejaron agotados pero conseguimos retirar todo el vertido antes de que nos alcanzara la marea.

    Otros compañeros más atacados por los resfriados fueron a hacer otra limpieza: la del polideportivo de Porto do Son, que quedó bastante sucio tras la fiesta.

    Hemos saboreado la satisfacción del trabajo bien hecho y estamos contentos, a pesar de que todos hemos podido observar una gran mancha batida por las olas, que mañana volverá a teñir de negro la Playa de Basoñas... Pero habrá otros monos blancos venidos de quién sabe dónde, que seguirán nuestra labor hasta que el chapapote sea un negro recuerdo para todos y una eterna mancha en la conciencia de algunos.

    Tres de nuestros compañeros pasarán un día más en Camariñas, entre ellos Daniel, un alto y animoso alumno de 5º de Biología que ha demostrado estar a la altura de su propia estatura (¡Bravo Dani!). Cada día rajaba un par de pantalones XXL y sus calzonzillos de flores eran ya parte del paisaje. Los demás partimos mañana para Sevilla.

    Son las 21:30 y ya hemos cenado, y muy bien por cierto, como de costumbre. La cocinera, algo avergonzada, recibe los vítores de agradecimiento y el capitán Insua nos hace unas fotos en el comedor. Hoy tendremos despedida regada con el cava que sobró de la fiesta de fin de año.

En algún lugar entre Oporto y Lisboa, viernes 3 de Enero, 17:05
    Esta mañana hubo que esperar al autobús hasta las 11:15 y salimos a las 11:30. Al pasar por el cruce de Basoñas vemos autocares andaluces de la empresa Alsina. Llevan a la playa a nuestro relevo. El viaje de regreso es aburrido. La gente está cansada y piensa, tal vez, en los problemas cotidianos que nos esperan en Sevilla: ese seminario que está por hacer, esas notas de Diciembre que aún no han salido, o esos asuntos que dejamos atrás y que habrá que afrontar como seres corrientes y solitarios, sin la épica del heroismo colectivo que nos animó en las playas gallegas. Tal vez alguno ha limpiado más cosas de las que pensaba... Tal vez volvemos con las manos más sucias y el corazón más abierto y más limpio... Tal vez hemos aprendido de nuestros alumnos... Tal vez.

    A las 2:30 horas de la madrugada del sábado llegamos a la Glorieta del Cid, “El Caballo”, como decimos popularmente. Sevilla nos recibe con una tímida lluvia. Todo son símbolos para mí: este tiempo húmedo que me recuerda a Galicia y esa lanza en alto del Campeador que me recuerda que la lucha sigue...

    Durante nueve días he compartido trabajo, techo y comida con lo mejor de nuestra juventud. El martes, cuando entre de nuevo en el aula 2.01 ya no me parecerán los mismos...

    Veré más valor en sus rostros y más coraje en sus manos...
    Veré más esperanza en sus ojos y más generosidad en sus corazones...
    Veré, sobre los pupitres, esos codos que han rozado los míos trabajando en la playa...
    Oiré voces que han brindado conmigo con el vino de Galicia...
    ...Esa Galicia que volverá a ser verde porque jóvenes de toda España no la quieren ver negra...

¡Nunca mais!


14 de Enero de 2003
© Carlos Romero Zarco, Profesor Titular de Botánica, USE.